Las epidemias han acompañado a la humanidad desde siempre.  Nos recuerdan de manera brusca y dolorosa que algo estamos haciendo mal. Suelen aparecer con la guerra, la miseria, la depredación ambiental, la carencia de higiene, la pobreza alimenticia y el hacinamiento.

Es muy sabido que la invasión europea dio lugar a epidemias por virus y bacterias nuevas en América, que provocaron pena y muerte a gran parte de la población de este continente.

Durante los años que el doctor Carlos De la Vega habitó en Malinalco, de 1941 a 1960, le tocó atender como médico estas mismas enfermedades contagiosas, que seguían apareciendo con frecuencia haciendo daño a un gran número de personas.

Un capítulo de sus Testimonios de un Médico Rural que escribió y que abajo reseñamos lo dedica a ellas.

EL TEMIBLE TIFUS

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De la Vega narra una ocasión en que fue a Ocuilan a atender a un enfermo de tifus. Encontró a un hombre de unos treinta años tendido en una colchoneta en una habitación en penumbra, rodeado de sus seres queridos y agonizante. Alcanzó a ver el momento en que expiró.  Pidió a la familia que salieran del cuarto y dejaran entrar la luz, y vio asustado a los piojos abandonando el cuerpo del recién fallecido.

Una vez terminado su trabajo a toda prisa, el doctor De la Vega montó en su caballo y en medio del monte saltó a tierra, se quitó la ropa, la sacudió fuertemente y se la volvió a poner.  Al llegar a su casa, mientras gritaba a su familia no se me acerquen, se fue directo a un tanque de agua helada y así, vestido, se sumergió en él para eliminar cualquier piojo que hubiera podido subírsele.

El tifus es una enfermedad muy contagiosa que transmiten piojos y pulgas infectados con una bacteria que la produce.  Estos insectos diminutos te pican y junto a donde te pican cagan.  Te rascas, te lastimas y las bacterias del tifus que arrojó el piojo entran a tu sangre y te pones malo. Tu cuerpo reacciona, te salen manchitas opacas, te da fiebre tan alta que deliras, así permaneces durante muchos días, más de dos semanas, hasta que te alivias o ya no lo cuentas.

Familias enteras morían de tifus sin remedio.

Para el tifus no existe vacuna pero sí formas de prevenirlo.

Bañarte, lavar bien la ropa y los trastes, mantener limpio el lugar donde habitas, aislar a los enfermos, son prácticas sencillas para evitar epidemias, siempre y cuando tengas acceso a agua limpia, algo que no era frecuente en muchas rancherías y comunidades y que hizo de esta enfermedad una epidemia.

LO QUE LA VIRUELA SE LLEVÓ

Cristos

Dos años antes del tifus  había terminado en Malinalco la epidemia de viruela, que azotó buena parte de México.  No era la primera vez que esta peste importada de España en el siglo XVI se presentaba en el país.

La viruela se llevó sobre todo a jóvenes y adultos y dejó marcas en todas las personas que sobrevivieron a ella.  En muchos casos terminaba con toda la familia; a veces, los que aún estaban sanos dejaban su casa huyendo de esa peste.

Cuando llegó la vacuna el gobierno obligó a las familias a vacunar a los niños pequeños; sólo así podrían bautizarlos y registrarlos.  El médico intentó inyectar también a los adultos pero, cuando lo veían llegar, la mayoría corría al monte a esconderse temeroso de ella.

Aún así, la epidemia menguó y en 1951 el gobierno de México declaró erradicada en el país esta enfermedad, que dejó más muertos que otra epidemia: la tifoidea (lo cuál es decir mucho).

FIEBRE TIFOIDEA

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En 1943 ya en cantidad de lugares de México era común esta peste; ricos y pobres fueron víctimas de ella, variante del cólera morbus. 21 días permanecía el paciente con fiebre muy alta y delirios, y muchos no aguantaban y morían irremediablemente.

Desapareció la mayoría de la población de El Guarda y Totoltepec, donde vivían (calcula De la Vega) aproximadamente mil personas. Todas ellas carecían de agua buena para sus necesidades básicas. Del único manantial cercano brotaba color café claro u ocre; se llamaba El Jaboncillo porque el barro que acompañaba esta agua volvía muy resbaloso el suelo.

Aquí tampoco el médico tenía mucho qué hacer salvo reportar como grave a las autoridades sanitarias del Estado la situación que estaban viviendo en la región.

Entonces llegaron brigadas para vacunar a la gente contra la tifoidea.

El doctor De la Vega se dio cuenta de que la muerte avanzaba detrás de la vacunación y logró detener ésta, que finalmente dejó de ser tan letal cuando Malinalco tuvo acceso a los antibióticos, recién descubiertos.

DIARREAS

 Casi todos los niños tenían en el aparato digestivo lombrices y otros gusanos y para expulsarlos les daban cocimientos de epazote y semillas de calabaza.  Niños y adultos enfermaban de gastroenteritis aguda cuando ingerían parásitos y amibas con el agua y la comida contaminadas.  El mayor problema de las amibiasis eran los daños que podían provocar en el hígado. Aunque en esos tiempos ya había sulfas y otras medicinas, muchas personas fallecían de esta epidemia, especialmente niños y gente mayor.

 INFANTILES

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Era común que los niños enfermaran de sarampión. El doctor de la Vega recuerda que diariamente tres o cuatro morían de esta epidemia.   Desesperado por no poder salvarlos, fabricó un remedio con el que logró que muchos de ellos se curaran. Le llamó sueroterapia; lo hacía con sangre de las mamás de los enfermos, que de niñas habían tenido sarampión y eran inmunes. La dejaba reposar, quitaba el cóagulo que se hacía, dejando a la vista el suero, e inyectaba éste.

Otra epidemia infantil que se llevaba a muchos chamaquitos era la tosferina. Recuerda que los accesos de tos eran tan fuertes que los niños se caían en la calle y sólo lograban levantarse al dejar de toser.  Se contagiaban fácilmente los días de plaza, cuando muchos de ellos acompañaban a sus papás a vender, comprar y hacer trueque; los que ya estaban enfermos contagiaban a los otros.

OTRAS EPIDEMIAS

Respecto a los padecimientos de la población adulta, hubo verdaderos dramas con centenares de defunciones a consecuencia de las condiciones ambientales, especialmente falta de agua potable; campañas sanitarias y medicamentos que combatieran estas enfermedades, escribe Carlos de la Vega.  Paludismo, pulmonía, sarna, fiebre carbonosa, fueron también epidemias con las que tuvo que lidiar, mortales para mucha gente en ese entonces, que hoy persisten como enfermedades crónicas que sufren algunas personas, o se curan con medicina, o se previenen, como otras, con prácticas básicas como el baño, lavarse las manos, la limpieza en casa y el lavado de trastes y ropa. Para ellas es fundamental contar con agua limpia y suficiente.

LA GRIPE ROJA

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En el otoño de 1918, llegó a México la influenza española, mejor conocida aquí como gripe roja, una pandemia que apareció en Europa, de allí pasó a Estados Unidos y luego a nuestro país, incluyendo Malinalco.  La lucha revolucionaria se calmó un tiempo debido a la cantidad de enfermos que produjo en las tropas de todos los bandos.

La siguiente liga te lleva a a un video muy corto en cuyo inicio un campesino de San Nicolás Malinalco menciona la presencia de esta gripe.

Aunque salvo el testimonio anterior no tenemos más datos sobre esta enfermedad en el Malinalco de hace un siglo, a la luz de la pandemia actual del coronavirus es muy interesante abrir la siguiente liga, un estudio sobre la influenza española en la ciudad de México en ese entonces. Sorprenden las coincidencias entre ésta y el coronavirus actual en cuanto a las medidas preventivas y la rápida expansión de la enfermedad.

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1607-050X2010000100010

El doctor Richard Hobday aborda en su blog investigaciones que se hicieron hace un  siglo sobre la epidemia de influenza en la Europa de entonces.  Según los resultados de éstas, la ventilación y corrientes de aire dentro de las casas y habitaciones de enfermos y sanos puede ayudar a evitar contagios y produjo una mayor remisión de la influenza española.  El estudio recomendaba también salir al aire libre y tomar el sol. Pienso que estos consejos podrían servir en el caso del coronavirus de hoy, sobre todo para quienes vivimos en lugares soleados y donde la calidad del aire suele ser buena, como Malinalco.  Para quien le interese este tema, esta es la liga al blog:

https://medium.com/@ra.hobday/coronavirus-and-the-sun-a-lesson-from-the-1918-influenza-pandemic-509151dc8065

1 2020-03-16Testimonios de un Médico Rural 1941-1960, del doctor Carlos de la Vega Lezama, ya se encuentra en el AcervoMalinalco, y puedes consultarlo y leerlo en formato digital en El Tecorral Casa Comunitaria.    Agradecemos a Reyes Jurado, del barrio de San Juan, por habernos prestado el libro para incorporarlo, conservarlo y difundirlo en este Archivo.


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