Desde pequeña Greta Thunberg era una niña tímida y solitaria. No encontraba cómo hacer amigos; le parecían tan raros los demás niños. En cambio, le entusiasmaba conocer sobre ciencia y medio ambiente y a eso dedicaba gran parte de su tiempo. Sabía mucho de este tema.
Tenía once años cuando un video la hizo darse cuenta de que la vida en la tierra corre grave peligro.
Greta entró en una profunda tristeza. Dejó de hablar, dejó de comer, sentía el estómago apretado y un nudo en la garganta. Perdió casi todo interés. Sus papás trataron de animarla. La llevaron al médico, que diagnosticó síndrome de Asperger y Mutismo Selectivo.
Poco a poco, después de muchos meses, y con el apoyo de su familia y otras personas cercanas, finalmente recuperó la salud y volvió al colegio.
A mediados de 2018, el diario Svenska Dagbladet lanza un concurso de escritura para jóvenes sobre el medio ambiente. Greta gana un premio y su artículo es publicado. Bo Thoren, líder de un grupo local ambientalista, contacta a los ganadores y los invita a discutir con otros jóvenes sobre qué hacer para detener el peligroso cambio climático. Tras varias reuniones virtuales, la mayoría piensa que sería bueno manifestarse para que los líderes del mundo actúen para frenarlo. A Greta le parece mejor hacer huelgas escolares. Prepara una propuesta pero no le hacen caso y se separa del grupo.
20 de agosto de 2018. Una niña de trencitas y cara seria se sienta en la banqueta, recargada en un muro del edificio del Parlamento sueco, en la ciudad de Estocolmo. Junto a ella, leemos en una pancarta una frase que en español significa: Huelga escolar por el clima.
Es Greta Thunberg. Tiene 15 años pero parece de menos, 12, 13 a lo mucho. Se ha tomado unas fotos para compartir la huelga en sus redes.
Por la puerta del Parlamento entran y salen los 349 representantes que gobiernan Suecia, además de empleados, consultores, visitantes y otras personas. Greta y su letrero se encuentran a la vista de quienes frecuentan las cercanías del edificio.
La ve Ingmar Rentzhog, fundador de una importante plataforma ambientalista: No Tenemos Tiempo We dont Have Time. Se detiene a hablar con ella, le toma una foto y la publica en sus redes sociales.
Algún periodista que pasa le pregunta con curiosidad qué pretende con su huelga por el clima, toma nota, saca unas imágenes y al día siguiente, el periódico más leído de Suecia publica la huelga y sus motivos. Durante tres semanas, ella se sienta fuera del Parlamento todos los días de lunes a viernes y allí se queda seis, ocho horas diarias.
Ahí conoce a Nathan Grossman, un cineasta que empezaba su carrera profesional, y al que los papás de Greta conocen. Conversan y él le pide permiso para hacer una película. Deciden que la filmará él mismo, sólo él y su cámara la mayor parte del tiempo. Se convierte en su sombra durante varios meses (en 2020 finalmente sale a la luz su documental Yo Soy Greta).
Septiembre de 2018. En una Marcha por el Clima en la que participan miles de jóvenes, Greta les invita a protestar todos los viernes hasta que los gobiernos actúen para frenar el cambio climático. Si no, ¿qué futuro espera a niños y jóvenes de hoy? Crea así el movimiento Fridays for Future (Viernes por tu Futuro).
Diciembre de 2018. importantes líderes de la mayoría de los países del mundo se reúnen en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Los organizadores han invitado a Greta a hablar, y ella les reclama: La gente está sufriendo, está muriendo, estamos en el comienzo de una extinción masiva y todo lo que hacen ustedes es hablar de dinero y contar cuentos de hadas de crecimiento económico. ¿Cómo se atreven?
Para entonces, ella ha sido invitada también a hablar en la Unión Europea, El Foro Económico Mundial, La Plataforma TED y numerosas marchas y protestas.
2019. Más de 23 mil científicos firman una carta apoyando el movimiento Viernes por tu Futuro. Por primera vez, millón y medio de gente, especialmente jóvenes, en mil 600 ciudades de 125 países, se manifiestan y ponen así una grave amenaza planetaria como tema central sobre el que es necesario actuar.
Hoy, Greta continúa su activismo por la vida, y millones de personas trabajan por los cambios necesarios para que nuestro planeta continúe siendo habitable. Sin embargo, el camino para lograrlo sigue siendo largo y difícil.
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