En 2013, cuando filmamos La Jaula de Oro, la situación de los migrantes a su paso por México era grave. Ahora parece que ha ido a peor, comentó su director, Diego Quemada Díez. La película pasó este domingo cuatro de agosto en El Tecorral de Malinalco, entrada gratuita y salón lleno.

Quemada Díez conversó con el público. Contó que antes de hacer la película llevó a cabo una larga investigación en campo, durante la que convivió con muchos migrantes mientras escuchaba sus historias e iba pensando en el argumento y escribiendo el guión. Seleccionó a los protagonistas: una chica que se hace pasar por niño, (no nos tiene que decir por qué: para evitar ser vulnerable a ataques sexuales); un muchacho tzotzil que no hablaba español y otro más.
En la narración predomina lo visual sobre lo hablado; no sobran palabras. Es en las personas, sus rostros, miradas, porte, acciones, su silencio, el colectivo, el contexto, los paisajes y secuencias contrastantes, donde transita la historia. No hay melodrama, no cabe. La tensión se siente desde el principio.
Encontramos escenas en las que la belleza de la fotografía se contrapone con la terrible realidad que retrata: una montaña de basura, buitres volando sobre ella, gente corriendo para evitar que los maten o los secuestren; planos generales, a veces a contraluz, de migrantes bajando a toda prisa del techo de vagones de un tren que han asaltado, el campo verde y rico que pasa ante los ojos de los que viajan en el techo del ferrocarril…
En cada cada comunidad a donde iban a filmar contrataban a los pobladores. Ellos y los migrantes actuaron como sicarios, como extorsionadores, como traficantes de mujeres, como migrantes. Como lo que sabían y habían vivido. Y lo hicieron muy bien. La película cala profundo; la historia de su producción y difusión, desde que surge en el director la idea de hacerla hasta hoy, también. Ganó premios en Cannes y muchos otros festivales de cine. Pero su momento también es ahora, porque no sólo no ha envejecido sino que es más actual que nunca.
Por eso, en Francia fue elegida por un grupo de adolescentes al que encomendaron seleccionar las películas que consideraban más importantes para que las vieran los alumnos de todas las escuelas. Ahora, es parte del plan de estudios de las secundarias de ese país. Se busca que los chicos entiendan las situaciones por las que pasan jóvenes migrantes y empaticen con ellos.
En México, a pesar de la cantidad de ciudadanos que migran todos los días en busca de trabajo, seguridad y calidad de vida, la xenofobia está a la orden del día. A pesar de que somos uno de los países con menos inmigrantes, es muy probable que la catástrofe climática mueva urgentemente a muchas personas a buscar alternativas para vivir.
Sería muy conveniente que La Jaula de Oro ayudara a los chicos de todas las secundarias del país a sentir empatía con los migrantes, y a ser tolerantes y solidarios con ellos.
Celebramos que El Tecorral tenga iniciativas valiosas como esta de cine club, al alcance de todas las personas que quieran acercarse y asistir.
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